Me inclino por bodas más personales, más cálidas, más íntimas. Una casa rural donde organizar cada detalle. Todo se hizo allí, desde la ceremonia, el cóctel, hasta la cena y la fiesta. Un entorno super bonito donde pasar un fin de semana, con naturaleza, buena temperatura, y todo sin movernos de allí.
La ceremonia se hizo al aire libre, rodeada de árboles y con una luz ideal. El cóctel se sirvió un jardín próximo, y la cena justo al lado, bajo las estrellas y adornada con bombillas que dan esa calidez perfecta. Los novios no querían el típico banquete de boda, querían algo más personal, y eso fue exactamente lo que consiguieron.
Lo mejor de este tipo de bodas es que todo fluye de manera más natural. No hay prisas ni horarios estrictos. Cada momento es auténtico, desde los imprevistos antes de la ceremonia, hasta los abrazos y las lágrimas de emoción de los invitados. Como fotógrafo, fue un lujo poder capturar cada detalle, desde la decoración con flores, las mesas y todo el entorno, hasta las miradas cómplices entre los novios. Aquí no había posados forzados ni situaciones incómodas, en realidad, nunca las hay, solo pura naturalidad y todo eso se refleja en las fotos, que transmiten la calidez que siempre busco.


















































